Hoy parece que voy acabar el día mosqueado pero he decidido intentar que no sea así.
A lo largo de la tarde, por una serie de circunstancias que no viene al caso mencionar, una serie de pensamientos negativos se han ido instaurando en mi cabeza. Son una estupidez en comparación con los grandes problemas reales existentes en el mundo pero aún así, no podemos negar que, levemente, me han afectado un poco. No voy a entrar en el origen, el motivo de esta reflexión es eliminar la negatividad y por eso, entro aquí, en este universo que es una bendita catarsis donde las fuerzas de la creatividad, la perseverancia y la obsesión son mi religión y mi bálsamo sanador. Paso por tanto a la citada reflexión. Cuando no recibo la atención que creo debo recibir en algún momento, no debo culpar a las personas por ello.
Pienso y especifico tres puntos:
1. Responsabilidad.
2. Querer.
3. Importar.
La atención requerida, si no ha sido dada por el punto 1 no debería ser malo ya que responsabilidades de causa mayor han provocado no disponer de tiempo. La causa 2 es más preocupante. Si no se ha querido es por algo diferente al punto 1. Algo que puede provenir de causas más complejas. El paso 3, sin duda, es el peor. Si no resulta importante es cuando debería plantearme la importancia de mi persona en la escala de prioridades de aquellos a los que solicito atención.
Por tanto, es una estupidez culpar a la gente por no recibir algo que en un momento dado necesito. Si yo lo he hecho ha sido por deseo propio y no porque buscara reciprocidad (aunque sería de agradecer). Si esta reciprocidad no se desarrolla es cuando tengo que observarme y ver lo que valgo ante aquellos a los que solicito algo y valorar si son las personas adecuadas, si mi demanda es justificada y por supuesto y quizá lo más importante, si yo he estado ahí cuando a los que le solicito atención les he podido hacer falta. Dicho lo cual, la negatividad queda aquí reflejada, expulsada de mi ser (al menos parcialmente), razonada, evaluada y puesta a disposición, cual paranoia mas de las habituales de por aquí, a disposición del mundo mundial.