Este número me encanta, más que nada por la ambientación, un antiguo pueblo del Salvaje Oeste abandonado en medio del desierto. ¿Abandonado? ¡No! ahí permanece atrapado Pariah, un viejo espíritu demoníaco que poseyó hace tela de años a un avaricioso pistolero. Total, que el espíritu este (a lo Motorista Fantasma pero en vez de moto caballo de huesos) está en el pueblo prisionero a falta de alguna fuerza vital que absorber y entonces a Rick Jones le da por irse a ese pueblo a tocar la guitarra y Pariah lo absorbe. Después llega Hulk y tres cuartos de lo mismo pero este, como es el héroe de la colección, pues gana y libera al mundo del Pariah ese. Después viene la paranoia esta que ya he comentado en reseñas anteriores de Bereet y su rollo ese de que una etapa de la vida de Hulk que nos pusieron en su momento como real, pues no es ya que llega esta y dice que es una película suya. Chapuzillas de los guionistas, o más bien, del guionista Bill Mantlo.