>
El relato de Digol no tiene desperdicio alguno. El macabro final me hace incluso pensar en Poe aunque lógicamente no tiene nada que ver ya que este tipo de acciones eran comunes, si no recuerdo mal, en las civilizaciones egipcias. El guionista Steven T. Seagle demuestra una maestria absoluta al pasar de una época a otra pero manteniendo un nexo argumental entre dos civilizaciones separadas por miles de años. El concepto es muy bueno, quizá ahora no parezca muy original pero hay que tener en cuenta que este cómic es de 1997.
Si el primer número era bueno, este es bestial. Pocas historias me han transmitido tanto asco, rabia y odio por la maldad de algunos seres humanos como esta de Pfaultz. Este individuo es la deprevación encarnada, los pecados capitales unidos en una sebosa bola de carne. El final, de nuevo, buenísimo. La historia de Nian no esta mal pero al lado de una tan buena como la Pfaultz, se queda en nada.
Quizá el más flojillo de los tres pero no deja de ser bueno. Las intrigas gays romanas y el desmembramiento de un listillo escriba romano ante su Cesar no deja de tener su no se que. La paranoia mistico-arcaico-apócrifo del 5 también mantiene el interés con matices de humor negro cabrón.