Las Guerras Creativas (como yo las llamo) son una constante en mi trayectoria. Estas, como todas las guerras, son verdaderas calamidades completamente desastrosas. Suceden cuando un proyecto distinto al que estoy realizando surge en mi mente revestido de idea única y suprema que debe erradicar al proyecto en curso, hecho que ha sucediendo en múltiples ocasiones. En estas circunstancias se abandonan y/o eliminan lugares, personas e infraestructuras, se crean identidades nuevas y se trabaja un tiempo hasta que surge una nueva idea que inicia la guerra de nuevo. Tras muchos años de conflictos (estos aún se manifiestan), acorde con mi mente y entes diversos creativos que pululan por mi cabeza que íbamos a definirnos definitivamente, que era estrictamente necesario y parte de una necesidad vital, existencial y creativa. Esto vino todo dentro de un paquete de pensamiento compacto y definido (a la vez que abierto, siempre a la suma, nunca a la resta): abandono de alcohol y tabaco, retorno a los estudios (ESPA II) y ejercicio físico (boxeo) así como un compromiso de creatividad diaria. La Perseverante Creatividad Obsesiva 2.0, con todas sus posibles deficiencias, es la Constitución, la ley suprema que genera una democracia, unos estatutos, unos compromisos de actuación tanto a nivel mental, de vida y de creatividad. Esta permite libremente que los proyectos fluctúen, nazcan, mueran, resuciten y vayan y vengan, en mayor o menor medida, bajo el amparo de los días (9999 días más concretamente). Como tal, cada uno, en los días existentes, puede proseguir, manifestarse (o no) y con su trayectoria, conseguir la disciplina de la paz mental frente a la guerra (que aun persiste pero es frenada), haciendo del resto de mi vida una trayectoria de crecimiento y mejora constante.
Y tras todo lo dicho, hete aquí la micronologia 2.0, un proyecto antiguo que es complicado encauzar pero que ha decidido asomar la cabeza de nuevo (en formato blog) sin imponerse (como ya hizo antaño) y ver hasta donde llega.