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Día 0282. Doscientos dieciséis días sin fumar y todavía, a veces, me llama.

Hoy mi Perseverante Creatividad Obsesiva va viciosa. Llevo algunos días débil, sintiéndome atraído de nuevo por el lado oscuro, resistiendo. Sabía, por dejadas anteriores, que habría días así y lo acepté. Curiosamente en el instituto me han pedido un texto argumentativo y fíjate que uno de los temas a elegir era sobre el tabaco. Llegados a este punto vamos a aprovechar mi drogodependencia en fase de abandono para sumar al menos un día de creatividad. Ahí lleváis un texto y un dibujito para fumadores y no fumadores. Ea, sigo aguantando.

FUMAR EN ESPACIOS PÚBLICOS

Llevo más de 210 días sin fumar. Lo he dejado y vuelto varias veces a lo largo de mi vida, aunque en esta ocasión, quizá por la edad, voy mucho más concienciado de que este placebo ha de ser erradicado definitivamente para poseer una mejor salud física y mental, sobre todo mental, porque aunque es evidente lo nocivo de lo físico, en mi caso al menos, a veces me obsesionaba el hecho de planificar la vida por cigarros, por momentos para poder fumar: antes de entrar a trabajar, después del desayuno, al salir de trabajar, después de comer, etc. La libertad mental ganada por dejar este hábito es inmensa y si, físicamente también estoy mejor. Os expongo mi situación personal porque aunque haya sido fumador y aunque realmente crea que los que hemos probado el tabaco vamos a ser fumadores adictos de por vida con la diferencia de que decidimos no fumar pese al deseo, siempre he evitado fumar en los sitios públicos cuando había gente no fumadora a mi alrededor. En mi casa hacía igual, evitaba las zonas comunes y me iba a la ventana de la cocina o mejor aún, al balcón. En el trabajo, restaurantes, parques infantiles… incluso hace muchos años, cuando era habitual y estaba normalizado, deje de hacerlo. Pienso que los fumadores nunca hemos querido admitirlo pero en el fondo sabemos que no está bien, que somos molestos y que es algo asqueroso pero claro, siempre hemos buscado excusas. Mi mente aún me juega malas pasadas y me hace buscar razones para volver del tipo que más da si nos vamos a morir igual y sinceramente os digo que no sé si algún día caeré de nuevo pero bueno, ahora no lo estoy haciendo y es lo que importa; si mañana volvemos pues ya lo afrontaremos. Siempre he considerado, no solo por el tabaco, sino por todo en líneas generales, que la libertad de uno no puede obligar al de al lado a aguantar tu “libertad”. Es más fácil y justo que yo no fume (y buscar mi momento y lugar) a que la persona no fumadora que este a mi lado tenga que aguantarme. Este razonamiento tan sencillo es lo que nos haría ser mejor sociedad si tuviéramos la educación, mentalidad y/o actitud de aplicarlo a todos los estratos de nuestra vida y es lo que quizá nos haría no tener que prohibir nada. Como no somos capaces pues ahí tenemos que estar con las leyes, la burocracia y el castigo para generar actitudes; leyes que de todas maneras, según la posición jerárquica en la que te encuentres, te afectaran más o menos. El cuento de la haba…

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